La generación de 1945

La literatura uruguaya del siglo XX está dividida- fragmentada tal vez de manera algo caprichosa- en generaciones de autores. En el umbral del siglo se destaca la reconocida Generación del 900, un grupo de escritores que compartieron algunos rasgos en común y que coincidieron en publicar una obra significativa hacia esa fecha (1900). Entre los nombres destacados de esta generación podemos mencionar, entre otros, a Delmira Agustini, Julio Herrera y Reissig, María Eugenia Vaz Ferreira, Horacio Quiroga y Florencio Sánchez.

Ya entrados los años 20, hacia la década de 1930, el país vive un cierto sentimiento de bienestar, producido entre otros factores, por el batllismo, y los artistas aunados en la llamada Generación del Centenario o Generación del 30 reflejan esta realidad. Personajes gauchescos, escenarios rurales, el sentir y vivir del hombre de campo son el marco de historias que encontramos en las páginas de Francisco Espínola y Juan José Morosoli. También formaron parte de esta generación Esther de Cáceres y Líber Falco.

De acuerdo a lo señalado por Elvira Blanco (2002), en 1939 se dan en Uruguay dos acontecimientos importantes a nivel cultural que marcan el comienzo de una nueva época en la vida intelectual del país: la fundación, por parte de Carlos Quijano, del semanario Marcha y la publicación de la novela El pozo de Juan Carlos Onetti. La novela de Onetti desterró el ideal de bienestar que reinaba e inauguró una visión literaria lúgubre de la sociedad gris y corroída; mientras que Marcha fue el portavoz mediante el cual estos escritores se alzaron contra una sociedad que distaba mucho de ser “la Suiza de América” como proponía el discurso hegemónico.

Estos hechos icónicos en la vida intelectual del Uruguay marcaron el comienzo de una nueva generación de artistas cuyo bastión común fue la crítica a lo establecido, la lucha desde las letras contra el statu quo. Es así que nace la llamada Generación del 45, también conocida como “Generación de Marcha”, que reúne a un grupo de intelectuales uruguayos (principalmente escritores, aunque contó con músicos y pintores), que desarrollaron su actividad entre 1940 y 1960.

El equipo de la revista Número junto a Pablo Neruda. De izquierda a derecha: Mario Benedetti, Manuel Claps, Pablo Neruda, Emir Rodríguez Monegal, Idea Vilariño, María Carmen Portela. (Archivo El País, 1952).
El equipo de la revista Número junto a Pablo Neruda. De izquierda a derecha: Mario Benedetti, Manuel Claps, Pablo Neruda, Emir Rodríguez Monegal, Idea Vilariño, María Carmen Portela. (Archivo El País, 1952).

Ángel Rama la prefiere denominar “Generación crítica”, distinguiendo en ella dos promociones. Los integrantes de la primera promoción de la generación nacieron entre 1915 y 1925, y algunos de ellos son: Mario Benedetti, Idea Vilariño, Clara Silva, Roberto Fabregat Cuneo, Eliseo Salvador Porta, Armonía Somers, Arturo Sergio Visca, Mario Arregui, Daniel Vidart, Julio C. Da Rosa, Manuel Claps, Roberto Ares Pons, Carlos Rama, Emir Rodríguez Monegal, Amanda Berenguer, Ida Vitale, Carlos Maggi y Sarandy Cabrera. Por su parte, la segunda promoción cuenta con representantes nacidos entre 1925 y 1940, como: Andersen Banchero, Cecilio Peña, Enrique Williman, Milton Schinca, Ángel Rama, Carlos Puchet, Héctor Massa, Luis Carlos Benvenuto, Washington Benavides, Ruben Cotelo, Juan Fló, Mercedes Rein, Luis R. Campodónico, Jorge Onetti, Nancy Bacelo, Circe Maia, Silvia Lago, Jesús Guiral, Hiber Conteris, Mauricio Rosencof, Horacio Arturo Ferrer, Alejandro Paternain, Jorge Sclavo, Rogelio Navarro, Heber Raviolo y Eduardo H. Galeano.

La Generación del 45 se considera “parricida”, al decir de Emir Rodríguez Monegal, en el sentido de negar a la generación anterior, no reconocer su valor ni trascendencia: “los salteamos y establecimos el puente entre la Generación del 900 y la nuestra, y que de la del medio se ocupen otros” (entrevista realizada al escritor por Roger Mirza, 1985). Esta acción reviste un tinte político, ya que varios autores de la generación del centenario comulgaban con el gobierno oficial viéndose beneficiados por eso.

Los escritores del 45 acabaron con el relato mítico del Uruguay próspero y desarrollan un arte político-militante, que destruye a través de la pluma de sus autores el discurso establecido. Además, se enfocaron literariamente en la capital, Montevideo. Surge con ellos la canción de protesta y el cuestionamiento de todas las aristas de la realidad uruguaya con una mirada puesta en el exterior: Cuba, Guatemala. Tanto Idea como Mario escribieron canciones que dejaban entrever la crítica, la protesta y el llamado sutil a despertar del letargo, canciones que aún hoy resuenan cerca de nosotros.

Referencias bibliográficas